Comenzamos el 2021 con la ilusión de niños pequeños que están a punto de superar una situación difícil, compleja y van a recuperar su libertad, su capacidad de encontrarse con los demás y su ilusión.
Las empresas han comenzado el año con ganas de recuperar el terreno perdido durante el pasado año. Y los colaboradores han comenzado con ganas de recuperar su normalidad laboral.
Y sin embargo, el maldito virus ha venido a poner todo patas arriba de nuevo, en una tercera ola que parece, incluso, peor que en el principio de todo.
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Tiene el ser humano la capacidad de sobreponerse a las circunstancias adversas de su vida. Esta es la definición de resiliencia.
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Biológicamente, la resiliencia se produce en la zona de la corteza prefrontal del cerebro humano y consiste en reorganizar la información sobre el evento sucedido, de tal manera que genere aprendizaje en lugar de frustración y angustia.
Esto quiere decir que las personas resilientes son aquellas capaces de darle una interpretación positiva a una situación adversa. Son capaces de buscar las cosas buenas dentro de una mala situación. Son capaces de reinventarse. Son capaces de aprender de esa mala experiencia para no volver a recorrer el mismo camino. Y con su resiliencia pasan al siguiente nivel.
En cambio, las personas no resilientes se instalan en el dolor y en la queja que les provoca la situación adversa. Entran en un círculo vicioso de agonía, de culpabilizar a los demás y al mundo de su situación y se sienten atrapados en una circunstancia que no les deja avanzar. En lugar de curiosear sobre aprendizajes de la situación adversa, se hunden en un pozo de dudas y lamentaciones sin fin, una situación que les arrincona en el nivel en el que sucedió la adversidad, sin dejarles avanzar hacia el siguiente nivel.
Las personas con menos capacidad de resiliencia no lo hacen a propósito. Normalmente, les faltan herramientas y habilidades para hacer frente, desde la soledad, a ese tipo de situaciones complicadas que la vida, en ocasiones, nos pone enfrente. Probablemente, con ayuda profesional, desarrollarían un mayor nivel de resiliencia en su vida. Lo importante es que quieran hacerlo.
Lógicamente, desarrollar la resiliencia mejora la inteligencia emocional de la persona, puesto que dispone de mejores recursos para enfrentarse a diferentes situaciones. Además, cada vez que se supera una adversidad, la zona de confort se amplía, obteniendo más espacio para sentir mayor comodidad.
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La resiliencia también puede desarrollarse a nivel organizacional. De hecho, al tratarse de un intangible, puede convertirse en un valor diferencial de una compañía frente a su competencia.
De hecho, las organizaciones resilientes tendrán mayor posibilidad de permanencia en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA), como es el mundo actual.
Ahora bien… comprender cómo trabajar la resiliencia a nivel personal está muy claro, pero ¿cómo hacerlo a nivel organizacional? Una organización está compuesta por un conjunto de personas, lo cual complica el desarrollo de capacidades a nivel global.
Por ello, siguiendo con nuestras #52SemanasDeInteligenciaEmocional os dejamos aquí 5 sencillos pasos con los que podréis mejorar la resiliencia en vuestras organizaciones.
Se trata de aspectos que se pueden manejar en el día a día y que, repitiéndolos el suficiente número de veces, provocarán un cambio en la forma de pensar y en las creencias de la organización.
Se trata de reemplazar comportamientos que se tienen actualmente en la organización por otros que potencien el desarrollo de la resiliencia a nivel global:
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Sencillo… ¿verdad?
Pues no dudes en ponerlo en marcha a la mayor brevedad posible para que compruebes sus efectos positivos.
Esperamos que estos sencillos pasos os ayuden a mejorar y estaremos encantados de recibir vuestras consultas.
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