El contacto permanente con diferentes organizaciones, por motivos de trabajo, hace que se tome consciencia de aquellos elementos que son comunes a casi todas las organizaciones.
Todas las organizaciones creen ser diferentes a las demás. La realidad es que, a día de hoy, sólo algunas se diferencian y cuando lo hacen bien, consiguen situarse muy por delante de la competencia. El resto, las que se creen diferentes aunque en realidad no lo son, se quejan y se hacen las víctimas, haciendo responsables al mercado, el sector, las materias primas o las personas que trabajan en la organización de cuestiones como sus malos resultados o de vivir permanentemente en lo urgente.
Una de las cuestiones de las que más se quejan es que la gente no responde como a la dirección o la propiedad de la empresa les gustaría que lo hicieran. Ante esa queja, muchas veces les pregunto… ¿Se lo has dicho? ¿Les has dicho lo que realmente esperas de cada persona de tu organización? Normalmente me encuentro el silencio como respuesta a esta pregunta. Porque muchas veces, ni los máximos responsables son capaces de establecer un significado para cada rol que se tiene en la organización.
Seguimos trabajando en estructuras donde se trabaja por funciones o tareas, pero se pide a las personas que tengan iniciativa y que mejoren de manera continua en su puesto de trabajo. Pero… ¿en qué dirección? ¿Qué quiere la empresa de mi concretamente? Estas son las preguntas que me suelen hacer cuando se inicia un proyecto de consultoría en una empresa que quiere que se cambie la actitud.
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Vivimos en una sociedad en la que se está perdiendo el pensamiento crítico. La desinformación a la que se nos somete con, paradójicamente, el exceso de información provoca que las personas, en muchas ocasiones, no pensemos, sino que nos adherimos a ideas y opiniones que nos parecen afines a las nuestras y listo. Nos cuesta, cada vez más, contrastar información. Y así es muy difícil desarrollar un pensamiento crítico.
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Extrapolado al mundo organizacional, los máximos responsables tampoco suelen fomentar ese pensamiento crítico. Bien porque no se ofrece información transparente al ecosistema humano de la organización, bien por la falta de humildad de la gran mayoría de líderes (a quienes les cuesta escuchar aquello que podrían mejorar), las personas deciden guardarse sus opiniones para sí mismos o unirse con opiniones comunes afines para pasar lo más desapercibidas posible. O deciden marcharse a otro lugar, lo que supone, en la mayoría de los casos, una pérdida de talento en un momento donde cada vez escasea más.
Sin embargo, el desarrollo del pensamiento crítico tiene notables ventajas para las organizaciones.
Por un lado, cuando la organización dispone de personas que argumentan sus ideas con sentido común, puede enriquecerse (en muchos sentidos) con ellas y este hecho puede ser un valor diferencial con sus competidores.
Por otro lado, si las personas se sienten a gusto en el lugar en el que están es más difícil que abandonen el barco, por lo que se produce una fidelización del talento que también enriquece a la organización.
En tercer lugar, al tener la libertad de opinar, sabremos que no les ha poseído el ‘postureo’ y que podemos confiar en que nos están diciendo exactamente lo que opinan al respecto, nos guste o no.
La persona que desarrolla el pensamiento crítico gana en autoconocimiento y en autoestima y tiene menos tendencia a la personalización y al conflicto.
El desarrollo del pensamiento crítico dota a la persona de habilidades que antes no tenía:
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El desarrollo del pensamiento crítico lleva su tiempo. A corto plazo es más sencillo dar instrucciones que formar a la persona. El problema es que si la persona se acostumbra a recibir instrucciones se habituará a no pensar y cuando queramos que piense será más difícil conseguirlo.
Si la organización tiene interiorizado el desarrollo del pensamiento crítico de sus colaboradores y colaboradoras será mucho más sencillo que la persona que llega a la organización se contagie de esa forma interna de actuar. Al principio es un poco más lento, pero los resultados en el medio y largo plazo son increíblemente mejores que el mero cumplimiento de instrucciones.
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Lo primero de todo es establecer canales o designar personas (internas o externas) con las que poder expresar opiniones, dudas o consultas de manera natural y transparente, sin miedo a recibir una amonestación o a que se juzgue a esas personas.
En segundo lugar, desarrollar el pensamiento crítico de directivos, mandos intermedios y responsables de personas en el sentido de que cuando un miembro de su equipo vaya buscando una solución a una circunstancia, su responsable le pregunte cómo puede solucionarlo antes de darle directamente la solución. De esta manera, pasado un tiempo, cuando la persona se acerque a su responsable para contarle algo a solucionar, irá también con una o varias soluciones posibles en la mano. La educación inicial cuesta, pero el resultado merece la pena.
Además de las dos cuestiones anteriores, existen herramientas que potencian el desarrollo del pensamiento crítico:
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Se pueden llevar a cabo multitud de iniciativas que desarrollen y fomenten el pensamiento crítico de la empresa. Cuando más personas con sentido común conformen el ecosistema humano de una organización, mejor clima laboral se vivirá y mejores resultados obtendrá la compañía. Porque las organizaciones están compuestas por las personas.
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#52SemanasDeInteligenciaEmocional
Muy interesante Carolina, Gracias
Me alegra que te guste, Pepe!!
Muchas gracias por compartirlo!!
Hola, muchas gracias por la información, me gustaría profundizar más en el tema sobre el desarrollo de pensamiento crítico en la solución de problemas en los universitarios para fomentar el desarrollo de está habilidad para cuándo egresen y sean tomados en cuenta para ser reclutados en alguna empresa que les reconozca esto. Podrías escribirme a mi correo, por favor?