La formación empresarial es uno de los elementos fundamentales para la competitividad de una empresa en un sector.
Es un intangible, difícil de medir y cuantificar. Y, sin embargo, la capacitación de los colaboradores en una organización es un aspecto clave del éxito de esta. El conocimiento es un valor añadido que mejora la toma de decisiones. La formación organiza un pensamiento más crítico en los alumnos para poder desempeñar su trabajo con mayor rigor profesional.
El COVID-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de estar adaptados a las necesidades de la sociedad actual porque las empresas que habían hecho los deberes no han sufrido tanto en estos convulsos tiempos. Y el mundo debe seguir girando, por lo que las empresas deben actualizarse para competir en unos mercados en los que se están produciendo profundos cambios.
La pandemia ha acelerado el uso de los medios digitales y la tecnología en general. Por lo que a las empresas se les abren diferentes puertas para mejorar el conocimiento y la capacitación de los colaboradores.
Las empresas tienen a su alcance tres tipos de formación bien diferenciada:
Vamos a analizar las ventajas y los inconvenientes de cada tipo de formación. He preparado unas infografías para ver más gráficamente la diferencia entre ellas.
La formación presencial es la formación convencional, la que todos conocemos. Profesor y alumnos se congregan en un lugar y comparten experiencias guiadas por el profesor para alcanzar un nivel mayor de desarrollo en torno al tema propuesto.
Como se puede observar en la infografía el nivel de implicación del profesor es total y casi toda la responsabilidad recae sobre él, dejando un nivel de implicación del alumno que oscila entre un 30-60%, en función del compromiso del alumno. Pero, en general, algo escaso para la integración duradera en el tiempo de los contenidos (entre un 40-80%).
Tener al profesor cerca resulta cómodo y provoca un alto nivel de motivación en el alumno (entre un 40-80%), pero, a la vez, provoca que el nivel de aprendizaje del alumno sea más bajo, entre un 30 y un 60%, porque el profesor se lo hace más fácil que si se tuviera que buscar la vida.
Por último y debido a esa comodidad del alumno en la formación presencial, el nivel de interacción entre alumno y profesor no es siempre el deseado, bien por falta de capacidad del profesor para interacciones con el grupo, bien por apatía de los alumnos, que terminan no resolviendo muchas de sus dudas.
En cuanto a la formación online, nosotros apostamos por una metodología con tutor que pueda hacer un seguimiento de la evolución del alumno y que pueda, también, resolver sus dudas cuando se encuentre bloqueado.
La metodología online (con tutor) disminuye (como no puede ser de otra manera) el nivel de implicación del tutor al 50% y exige un mayor nivel de implicación de los alumnos, llegando hasta un 70%. Y, además, la interacción entre el profesor y el alumno se incrementa debido a los bloqueos con los que se puede encontrar el alumno en su viaje de aprendizaje, con la consiguiente necesidad de consultar al tutor por los canales digitales.
El nivel de motivación del alumno disminuye un poco con respecto a la formación presencial porque ahora se le está exigiendo un mayor compromiso para completar su aprendizaje y, también en función de la metodología utilizada en la plataforma virtual. Justamente es esa falta de motivación la que puede provocar que no se integran bien los contenidos en los alumnos y que el tiempo de permanencia del aprendizaje en el tiempo sea menor que en la formación presencial, incluso aunque el nivel de aprendizaje del alumno sea mayor inicialmente por ese compromiso ‘exigido’.
¿Qué pasa entonces con la formación mixta? ¿Cómo influye en el alumno y, por ende, en la empresa?
La formación mixta con un buen desarrollo de metodología (tanto online, como presencial) puede ser una opción ideal para la formación empresarial.
Como se percibe en la infografía, el nivel de implicación del profesor es casi total, pero el nivel de implicación del alumno también se incrementa considerablemente, pudiendo llegar a niveles del 90%. Además, la interacción entre el tutor y los alumnos es total porque tienen la interacción presencial que se continúa a través de los medios virtuales.
El nivel de motivación del alumno en la formación también se incrementa porque se siente exigido pero también acompañado en todo momento. Y, con todo ello, tanto el nivel de aprendizaje, como el de permanencia de este en el tiempo se incrementan considerablemente.
La formación mixta permite a las empresas capacitar a sus colaboradores con el compromiso e implicación de estos. Resulta una excelente opción porque:
Esta simbiosis de compromiso puede resultar muy oportuna si se comunica adecuadamente a los colaboradores. Se trata de un acuerdo implícito win-win, donde ambos ponen de su parte y ambos ganan con la acción.
Y, además, aporta mayor facilidad a la empresa para la capacitación de sus colaboradores, ya que no siempre se encuentran las horas necesarias para la formación presencial y este tipo de formación soluciona mucho ese problema.
Existen aspectos importante a valorar a la hora de decidir contratar una formación empresarial. Te dejamos aquí algunos aspectos que puedas tener en cuenta a la hora de realizar tu formación.
En la formación presencial y mixta:
En la formación online y mixta:
Y recuerda que ‘no siempre’ la formación más famosa es la mejor adaptada a las necesidades de la empresa. Y que lo gratis suele resultar, a la larga, más caro. La formación tiene un coste que es producto, tanto de la preparación previa de los materiales, como de la realización de una buena y adaptada exposición.
Y como ya dijo Derek Bok, director de Harvard, en su momento:
Si piensas que la formación es cara… ¡prueba con la ignorancia!