En la actualidad, la Responsabilidad Social Empresarial está tomando mucha importancia dentro de las empresas. Lejos de ser únicamente la herramienta de marketing que fue para algunas organizaciones en el pasado, la RSC comienza a ser, en muchas compañías, aquello para lo que fue pensado. La Responsabilidad Social Empresarial opera en la dimensión social de las empresas hacia sus colaboradores internos, en primera instancia y hacia todos los demás grupos de interés (stakeholders) de la empresa, en segunda instancia.
Esta dimensión social hace que la empresa se extienda más allá del mero producto o servicio que ofrece, para provocar que las personas ocupen un lugar importante para la organización.
La Responsabilidad Social Empresarial opera en tres círculos concéntricos.
El círculo interno, que conforma el núcleo de las políticas de RSC, lo forman los colaboradores internos de la empresa, los empleados de esta. Cuestiones como la conciliación de la vida personal y laboral, permisos de maternidad/paternidad, beneficios sociales, flexibilidad de horarios, actividades de cohesión social y otros aspectos centrados en la mejora del clima laboral estarían incluidos dentro de las políticas de Responsabilidad Social Interna.
El círculo intermedio lo conforma el entorno local, el municipio, la ciudad o la provincia en la que se haya ubicada la empresa físicamente. Cuidar el entorno implica facilitar el desarrollo del mismo a través de iniciativas privadas que apoyan las empresas. Y cuando hablamos de desarrollo nos referimos, tanto al desarrollo geográfico y medioambiental del entorno, como al desarrollo humano, potenciando actividades que permitan el desarrollo de personas que pertenecen a ese territorio.
El círculo externo lo conformaría el país al que pertenece la empresa o el traspaso de fronteras hacia un entorno internacional, con el planeta completo como punto de destino. Las acciones de RSC global deben estar enmarcadas en tipologías que tengan relación con la actividad de la empresa. Una acción deslocalizada con respecto a la actividad de la empresa puede no tener ninguna repercusión importante para la organización. Sin embargo, si las acciones están relacionadas con la actividad de la empresa, se pueden convertir en un aspecto importante en la mejora de la reputación de la compañía.
Existen cinco razones de peso para desarrollar políticas de responsabilidad social empresarial:
Las empresas tienen la labor fundamental de ser un agente social, tanto internamente, como en su entorno.
Sí, es cierto. Las empresas con ánimo de lucro tienen el objetivo principal de ser sostenibles y obtener rentabilidad. Lo que también es cierto es que la forma en que utilizan el dinero marca la diferencia entre unas empresas y otras.
Por tanto, las empresas tienen en deber de mejorar el desempeño de sus colaboradores, de potenciar su crecimiento y evolución. Y esa mejora revertirá de nuevo en la compañía que tendrá, cada vez, mejores profesionales.
Sabemos que no estamos acostumbrados a pensar de esta manera. Sin embargo, una política planificada de mejora del desempeño de los colaboradores de una organización, generará, a medio plazo, beneficios reales muy positivos para la empresa.
Cuando se abrazan causas, las personas se unen a ellas. Por tanto, es muy beneficioso para una empresa dar causas a las que sus colaboradores puedan abrazarse.
Las empresas que no tienen en cuenta la dimensión social de la empresa, se convierten en empresas más frías y con un clima laboral muy mejorable. La motivación y el nivel de implicación de los colaboradores es más bajo y, por ende, la rentabilidad se suele ver afectada negativamente.
Por el contrario, las empresas que sí tienen en cuenta esa dimensión social, consiguen mejores ambientes de trabajo, con personas más implicadas que comparten, apoyan y abrazan la causa que promueve la compañía en esa dimensión social. Este sentido de contribuir con una causa provoca, en los colaboradores de una organización, una mayor implicación con los proyectos de la empresa, una mayor motivación en el desempeño de su puesto de trabajo una mayor motivación que repercute en la productividad del empleado y la rentabilidad de la empresa.
Como ya avanzamos al principio, mucho se ha utilizado la Responsabilidad Social Corporativa para hacer marketing empresarial. Esa utilización exacerbada provocaba que se publicitaran las acciones ‘enmarcadas’ dentro de la RSC mucho más allá de lo que realmente se hacía.
Hoy por hoy, gracias a la tecnología, la información que ofrecen las empresas debe ser veraz y coherente, porque la información fluye libre por Internet y cualquier falseamiento de una información puede tener un efecto boomerang poco deseable para cualquier empresa.
Al igual que las ‘malas noticias’ vuelan, las buenas noticias también se pueden volver virales. Y eso es lo que de debe buscar: acciones de RSC que estén relacionadas con la actividad de nuestra empresa y que puedan utilizarse para mostrar la implicación social de la compañía para que esta adquiera una mejor reputación entre todos sus grupos de interés y con el público en general.
A las personas les gusta escuchar buenas noticias, incluso aunque todas las noticias nos quieran hacer creer que importan más las cosas negativas. Por tanto, la imagen que proyecta una empresa que se preocupa por realizar buenas acciones y mejorar la calidad de vida de personas acabará calando en el corazón de los demás.
Otra razón importantísima es interna y tiene que ver con la satisfacción de hacer cosas buenas y hacer las cosas bien.
Cuando una persona está satisfecha de lo que ha hecho su estado tiene que ver mucho con la felicidad. Y las personas felices son más creativas, más dinámicas… más rentables.
Cuando las personas de la organización están satisfechas de lo que la organización realiza, se produce un estado de felicidad colectivo que aumenta los niveles de creatividad, mejora la innovación y aumenta los niveles de rentabilidad de la empresa.
El orgullo de pertenecer a una organización con ánimo de lucro que se implica en construir un mundo mejor es un aspecto muy potente de motivación e implicación.
Los clientes son, probablemente, los stakeholders más importantes de una organización. Sin ventas, una organización está muerta.
Por tanto, fidelizar clientes es una tarea importante para el crecimiento y la evolución de una compañía.
Las acciones de Responsabilidad Social Empresarial son un motor para esta fidelización de clientes, sobre todo si en las políticas de RSC se incluyen políticas específicas para ellos.
Aunque es cierto que los clientes pueden llegar a venderse al mejor postor, cuando un cliente encuentra en una compañía la confianza y siente que esta le aporta un valor mayor que otros proveedores, es más fácil que ese cliente se mantenga fiel a la empresa.
Para los clientes, al igual que para los colaboradores, es muy motivador formar parte de una ‘familia’ que se ocupa de mejorar su entorno directo y lejano, así como del desarrollo de todos sus grupos de interés.
Podríamos decir que todas las empresas hacen, de manera inconsciente, acciones de Responsabilidad Social porque nunca se han puesto a reflexionar seriamente sobre este tipo de acciones.
Sin embargo, las acciones deslavazadas no aportan mucho valor a la organización. Para que este tipo de acciones aporten valor han de enmarcarse dentro de un Plan de Responsabilidad Social, con unas políticas muy definidas de RSC.
No importa no realizar grandes acciones al principio. Las pequeñas acciones, de manera continuada, pueden reportar también grandes resultados.
Todas las empresas pueden realizar acciones de Responsabilidad Social. Da igual el tamaño de estas. Lo importante siempre es tener un rumbo hacia el que dirigirse.
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