Mucho se habla sobre la cultura empresarial y poco se reflexiona sobre ella en las empresas. La cultura de una empresa tiene una fuerza centrífuga sobre todas las personas de una organización. Y esa fuerza centrífuga se acelera cuando la cultura es sabida y compartida.
Muchas empresas no son conscientes de esta fuerza y esto se visualiza cuando en las empresas no se reflexiona sobre ella.
Nos podemos encontrar con tres circunstancias, respecto a la cultura, en una organización:
Según la antropología, los elementos que componen una cultura son:
Como se puede observar, los elementos que componen la cultura de una empresa son los mismos que los que establece la antropología en una sociedad.
En una empresa, estos elementos están representados por la misión, la visión, los valores y los modelos relacionales que están desarrollados en la empresa. La misión recoge las creencias de la empresa y la visión recoge los símbolos, las normas y sanciones, el lenguaje, la tecnología y las emociones que se viven en la empresa para llevar a cabo la misión. Todo ello se apoya en los valores de la compañía, que son la brújula que guía los movimientos de la empresa en el sector y en el mercado.
Cuando todos estos elementos están compartidos con todas las personas de la organización e, incluso, con los stakeholders de la misma, todos ellos contribuyen a que la organización se dirija, con solidez, hacia su horizonte.
Los valores de una organización son una brújula porque guían las normas de comportamiento de la empresa hacia adentro y hacia afuera de sus puertas. Esto significa que colaboradores, clientes, proveedores y otros grupos de interés de la compañía van a estar alineados en valores y esto va a facilitar el camino de una empresa en su sector y en el mercado en general.
Cuando uno no está acostumbrado a reflexionar sobre estas cuestiones tan intangibles, el principio no es sencillo. Pero si se persevera y se trabaja sobre ello, los resultados acaban llegando y con una fuerza imparable.
La fuerza centrífuga de una cultura organizacional se hace especialmente patente cuando se incorporan personas nuevas en la empresa. Las personas que llegan nuevas reciben y sienten esa fuerza centrífuga de la cultura consolidada y les resulta muy fácil girar con el ritmo de esa fuerza si están alineadas con sus valores y con su filosofía. Por otro lado, si no están alineadas, ejercen disonancias sobre esa fuerza centrífuga de la cultura hasta que se adaptan a ellas o, en el peor de los casos, salen repelidas. Algo muy importante a tener en cuenta por las áreas de RRHH de las organizaciones para ajustar los perfiles emocionales a las necesidades emocionales de la compañía.
Os animamos a que reflexionéis sobre vuestra cultura y que hagáis girar con potencia esa fuerza centrífuga tan importante para alcanzar retos compartidos importantes.
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