Ha aparecido recientemente en la prensa una noticia acerca de cómo la cultura organizacional de Bankia está afectando negativamente a la identificación de sus empleados con la compañía.
El inicio de la noticia reza así:
‘Bankia ha remitido a los directores de sus oficinas una encuesta para conocer si se sienten identificados con la cultura del banco que ha provocado el enfado entre los trabajadores por el tono amenazante de las preguntas.’
Y es que camuflar amenazas veladas en nombre de la cultura organizacional es algo que no motiva, sino amedrenta; que no potencia, sino limita; que no enriquece, sino empobrece.
Pretender encuestar la identificación de los colaboradores con la compañía cuando no se ha trabajado y compartido la cultura, cuando parece ser que las personas no cuentan tanto como los resultados que aportan, ya venimos diciendo que es un error garrafal y provocan artículos como el publicado.
Y es que Bankia es una potencia económica en nuestro país, a la que se ha rescatado de una caída apoteósica, aportando dinero cada ciudadano español para mantener el gigante a flote.
Y lejos de la humildad de estar agradecidos por haber sido rescatados, lejos de tratar a sus empleados con mimo para suavizar lo que tienen que vivir diariamente en el contacto permanente con las tragedias de sus clientes, lejos de apostar por las personas, sus políticas generan sensaciones de miedo, frustración, sobrecarga, hastío, desmotivación y mucha tristeza, tal y como se indica en una parte del citado artículo.
Cuando perdemos la brújula de nuestros negocios, provocamos esas sensaciones en nuestros colaboradores. Esas sensaciones limitan, no potencian el entusiasmo que debe reinar para poder acometer labores comerciales y de atención al cliente. Y esto que cuenta el artículo es el resultado que, en general, se puede observar cuando se acude a una oficina de Bankia: irritación, crispación, desánimo y, en algunos casos, hasta malas formas.
Queda claro, pues, que aún en los momentos más complejos, se debe mantener firme el rumbo, sin dejarnos llevar a la deriva por los acontecimientos que nos suceden alrededor.
Debemos cuidar nuestra cultura y nuestros valores por encima de los acontecimientos puntuales y, sobre todo, ser honestos con nuestra gente. Porque de lo contrario, la confianza se quiebra y cuesta mucho volver a recuperarla.
¿Consideráis que es bueno que la gente trabaje con miedo?
Nosotros opinamos categóricamente que no. Puesto que cuando la gente trabaja con miedo y tiene gran potencial, en cuanto encuentre una oportunidad mejor se quedará con ella. Y esto implica que nos quedaremos con los más mediocres, los que tienen miedo a abandonar el barco y tragan con lo que sea por conservar su puesto.
Bankia se puede permitir estos deslices, puesto que cuando las aguas vuelvan a su cauce, seguro que puede ‘tirar de billetera’ para conseguir a gente excelente de nuevo.
Desgraciadamente, en las pequeñas y medianas empresas esto no es tan fácil. Por tanto, tendremos que cuidar aún más nuestra cultura, nuestros valores y nuestros talentos, puesto que, aunque los vientos no sean siempre favorables, si permanecemos fieles a nuestra brújula y nuestra gente confía en la organización, con los vientos favorables el crecimiento se convierte en exponencial.
Esto es lo que nos dice nuestra experiencia. Clientes con los que trabajamos año tras año, mes tras mes, semana tras semana y día tras día que han conseguido girar 180º la emocionalidad y las actitudes con las que se convive diariamente en las compañías. Clientes que están satisfechos de la implicación de sus colaboradores en el proyecto conjunto. Clientes a los que ir a trabajar les sienta bien porque consiguen resultados con el esfuerzo conjunto de todos.
Pero esto, claro, no se consigue en dos días…
Buen artículo