La formación acelera los procesos de cambio y de aprendizaje.
Ahora que estamos visitando a diferentes empresas para presentarles nuestro campus virtual, muchos directores de recursos humanos nos preguntan qué hacer para que la formación que reciben los colaboradores se integre mejor dentro de ellos y perdure más tiempo la huella del aprendizaje.
Con toda la lógica del mundo nos trasladan que la motivación de las personas tras la formación es muy alta, pero que, transcurrido el tiempo, todo vuelve a su cauce y se vuelven a cometer los mismos errores del pasado y se vuelven a ver los mismos hábitos limitantes en las mismas personas.
Por romper una lanza en favor de los colaboradores diremos que no es algo que hagan de manera intencionada. Se trata del funcionamiento de nuestro cerebro, que transcurrido un tiempo sin haber vuelto a incidir sobre un tema, se vuelve a los viejos hábitos.
Nuestro cerebro posee la maravillosa propiedad de poder cambiar prácticamente todo aquello que se desee cambiar. Sin embargo, el proceso de cambio lleva su tiempo. Una vez aprendida una cosas, se genera una especie de ruta neuronal dentro del cerebro para poder realizar lo aprendido de manera inconsciente. Si se quiere cambiar lo aprendido, será necesario crear otra ruta neuronal que, poco a poco vaya debilitando la primera. Y esto lleva su tiempo.
Por tanto, si una empresa realiza una formación para un equipo de colaboradores donde se les van a pedir cambios significativos en su actitud o procesos, las personas del equipo modificarán inicialmente los aspectos que debían mejorar, pero transcurrido un tiempo se les empezará a olvidar, tal y como indica el siguiente gráfico.
Como se puede observar en el gráfico, si cuando la motivación está decayendo se inyectan nuevas dosis de formación (en forma de reciclaje), lo que se obtendrá es un nuevo incremento de esa motivación. Y así sucesivamente hasta que se consiga, en los colaboradores, el cambio de hábitos deseado.
El hecho de que el responsable del equipo recuerde, en el día a día, aspectos que se han tratado en la formación, ayudará a que la curva de aprendizaje sea aplane y ayudará a que el impacto del reciclaje se necesite transcurrido un período de tiempo mayor.
Por tanto, el compromiso del responsable en el cambio de hábitos de su equipo es fundamental para conseguirlo de una manera más rápida y eficiente. Nosotros siempre decimos que los mandos intermedios de las empresas son los verdaderos desarrolladores de talento en las compañías, porque son los que están permanentemente acompañando a los equipos.
De lo anterior se deduce, que los responsables de equipos deben tener formación en cómo guiar y acompañar a las personas para que consoliden cambios y evolucionen en su profesión.
Al igual que el compromiso de los responsables es importante para gestionar mejor los cambios que se necesitan, el compromiso de cada colaborador con su propia evolución es también fundamental.
Para comprometer a los colaboradores, una buena forma es conversar con ellos para destapar aquellas áreas de mejora que es importante trabajar para que su trabajo sea más eficiente y más profesional. Cuando es el colaborador quien demanda la formación, es más receptivo a aprender y a cambiar cosas.
Si el colaborador siente la obligación de formarse, se comprometerá menos. Pero si se le hace consciente de sus carencias y el demanda esa formación para mejorar, se comprometerá más.
Teniendo en cuenta que el conocimiento es uno de los intangibles que marcan la diferencia entre unas organizaciones y otras, un buen plan de formación continuada generará, al menos, 5 ventajas interesantes.
Se trata de cinco grandes ventajas para una compañía porque permiten el desarrollo de aspectos intangibles de las organizaciones que son los que, realmente, marcan la diferencia.
En los mercados actuales, lo importante no es qué hace una compañía, lo importante reside en cómo lo hace.
¿Te habías planteado alguna vez la formación de esta manera?
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