Los acontecimientos de los últimos años nos han dejado claro que la incertidumbre va a ser una constante en nuestras vidas.
Las situaciones se suceden a tal velocidad que la información con la que actuamos y tomamos decisiones es, en muchas ocasiones, incompleta o inexacta. Y es más que probable que esta situación sea una nueva normalidad para caminar hacia nuestro horizonte.
En este contexto tenemos dos opciones:
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La primera opción nos va a limitar seguro. Cualquier resistencia ejerce una fuerza que frena la evolución.
La segunda opción, dadas las circunstancias, es la más inteligente. Y no se trata de resignarse a lo que ocurre a nuestro alrededor, sino de aceptarlo e incorporarlo de manera inteligente en nuestras vidas.
El psicólogo Paul K. J. Han estudia a fondo las consecuencias de la incertidumbre en la salud y ha catalogado tres tipos de incertidumbre:
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Y es que, aunque la incertidumbre provoca desasosiego e inquietud, no todas las sensaciones de incertidumbre provienen de la misma fuente. Poder determinar el origen, ayuda a gestionarla de manera más eficiente.
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La incertidumbre por probabilidad se da en aquellos casos en los que actúan muchas variables a la vez y se complica visualizar el nivel de riesgo de una circunstancia. Un ejemplo de ello sería el vaivén de precios de la energía. Nos lo explican una y otra vez, pero nos cuesta mucho comprender su entramado. Y esa incomprensión nos impide calcular los riesgos. A principios de este año que termina hoy, ocurrían situaciones en Texas (USA) en las que había familias que pasaron de pagar 100$ a 1200$ debido a la elevada demanda de energía, por lo que muchas familias tuvieron cortes de electricidad en los días más fatídicos del año en cuanto al frío. Aceptar esa incertidumbre podría llevarnos, por ejemplo, a tomar la decisión de instalar energías renovables para ser los poseedores de la forma de producir energía.
Hoy hablaba con mi madre, de 85 años, acerca de los años que nos quedan de vida. Ella se ve ya cerca del final. Sin embargo, yo le preguntaba cuántos años, concretamente, consideraba que era eso de ‘cerca’. Porque, en realidad, cerca estamos todos… De hecho, nadie conoce cuándo será su final y, sin embargo, todas las personas que aún estamos tenemos la certeza de que hoy sí estamos aquí. Así que, independientemente de las probabilidades, podemos aceptar que la vida es efímera y decidir disfrutar de cada uno de los días que nos despertamos invadidos por la salud y por la cercanía de nuestros seres queridos.
La incertidumbre por ambigüedad surge por la falta de información alrededor de un evento concreto. Creo que a muchas personas nos ha ocurrido en las últimas semanas (me incluyo) la dificultad para comprender la funcionalidad concreta de los tests de antígenos. En mi caso, he tenido que contrastar mucha información de fuentes que para mí son confiables para encontrar una pauta de uso adecuada. Y existe… doy fe… Pero no es fácil y agradezco la cantidad de información seria que circula para poder mitigar esa sensación de incertidumbre.
La incertidumbre por complejidad atiende a una situación difícil de entender porque es nueva o poco común… Sería el caso de las vacunas que nos llevan de cabeza durante todos estos meses: que si impiden el contagio, que si no; que si es necesaria una dosis adicional, que sólo en los casos vulnerables… en realidad los acontecimientos provocados por la COVID son tan vastos, que encontrar certidumbre sobre ello, en estos momentos, es casi tarea imposible, tanto por la novedad de lo que estamos viviendo a nivel global, como de la cantidad de parámetros que influyen en cómo actúa sobre cada persona.
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Colocar como aliada a la incertidumbre puede resultar algo muy positivo para cualquier persona. Mantener el control sobre todo es, hoy por hoy, inviable. Ejemplo de ello lo tenemos en los vaivenes de los mercados con las alteraciones en la logística y el precio de los transportes, la escasez de materias primas para fabricar artículos de todo tipo o las inclemencias meteorológicas fruto de un cambio climático, aparentemente, imparable.
Observar y aceptar nos puede conducir a ver las cosas con una perspectiva mayor, desde la serenidad y sin ansiedad o inquietud sobre ellas. Aceptar que hay cosas que no dependen de uno mismo nos puede permitir enfocar las soluciones de una manera diferente y más sosegada.
Porque la vida sigue, imparable. Cada día sale y se oculta el sol y nosotros tenemos la oportunidad de hacer muchas cosas durante ese tiempo de vida en el que nos sumergimos cada día. Hay cosas maravillosas que podemos hacer a pequeña escala, pequeños detalles de los que poder disfrutar y que, en muchas ocasiones, nos pasan desapercibidos.
Hoy, en las noticias, una reportera sentaba en la conocida Puerta del Sol de Madrid a personas en una silla para que contaran a la cámara aquellas cosas buenas que les habían sucedido, a pesar del 2021. Era maravilloso ver a jóvenes, adultos y más mayores hablar de los pequeños retos conseguidos en este duro año… Desde encontrar un trabajo, a terminar la carrera o a haber podido abrazar a un ser querido recuperado de la enfermedad. Hay miles de pequeñas historias maravillosas que nos aportan felicidad en nuestra vida… centrémonos en ello, porque eso es lo verdaderamente importante. Que no se nos olvide.
Te deseo un año repleto de alegría, de sonrisas, de salud y de pequeños momentos que alimenten cada día de esos 365 que hoy tenemos por delante. Haz que merezcan la pena para ti y para tus seres queridos. Porque, en mi opinión, eso es lo verdaderamente importante de la vida.
???¡Feliz 2022! ¡Vive! ¡Sé feliz!???